3.8.09

Cuando el Perro Muerde al Dueño

¿Qué pasa cuando el perro muerde al dueño? Cuando se presenta esta situación debemos averiguar que la ha causado y tomar medidas para que no suceda. En este artículo Sergio Grodsinsky sigue dándonos pautas de cómo establecer una relación con el perro.

Los diarios, en los últimos tiempos, han publicado notas acerca de una conducta que produce confusión y no pocos interrogantes: la agresión de perros a sus propios dueños o a sus hijos, aparentemente sin motivo. Noticias reiteradas, incluso sobre la muerte de personas, consiguieron que razas como el ovejero alemán o el dogo argentino sean hoy consideradas "peligrosas" o "poco confiables". Un especialista en la materia se refiere aquí a las causas de tales agresiones y cómo evitarlas.

Comida
Establecer una estructura jerárquica ligada a los alimentos. Por adorable que parezca un cachorro, se ha de imponer la espera y, hasta que los humanos no terminen de comer, aunque pida o gima, el perro aguardará su turno.

Nunca compartiremos alimento con él -es decir, esperará que finalicemos y, como en la jauría salvaje, en la familia-jauría se le recordará así su rango-; la actitud humana en la ocasión, a lo sumo un "no" dicho con firmeza, indica al cachorro quién manda (quién mandará en el futuro y, consiguientemente, quién muerde a quién). Será preciso explicarles a los niños de la casa las razones por las cuales es importante proceder en esta forma, y no ser "flojos" ante el cachorrito que reclama (y de adulto ordenaría, o enfrentaría en combate al poseedor del alimento).

Mordiscos
Habrá que enseñar al cachorro a controlar sus mandíbulas; cuando mordisquee a uno de la casa (de la familia-jauría), se lo agarrará por la piel del cuello, levantándolo ligeramente del piso, y advirtiéndole con firmeza: ¡No! de inmediato, lo soltaremos y evitaremos jugar con él por un buen rato, para que condicione y memorice su conducta equivocada.

Territorio
El cachorrito dormirá en un lugar asignado por el dueño (por el líder de la familia-jauría). El sitio nunca será un espacio de paso obligado de las personas (pasillos, escaleras, accesos a la casa) y, de ser posible, tampoco dormitorios. Cuando el cachorro cometa una falta se lo enviará allí -a la "cucha"-, sin agresividad pero sin admitir la negativa del perro. No lo sacaremos de ahí para castigarlo y menos para acariciarle; el perro que se refugia en su cubil luego de cometer una falta, realiza un acto de sumisión y, en las leyes caninas, no debe soportar además ser golpeado, un castigo extra que, por instinto de la especie, por honor de la manada, obliga a responder y a rebelarse.

Separación
Para acostumbrar al cachorro a soportar períodos de soledad, tome la costumbre de "ignorarlo" 20 a 30 minutos antes de irse de la casa. Márchese con naturalidad, sin ocultarse (como procedería un líder canino que sale a cazar y abandona la jauría) y, a su regreso, ignórelo también, por mucho que ladre o salte para recibirlo. Acarícielo recién cuando se haya calmado. Si rompió algo en su ausencia, no lo riña ni amoneste (de nada serviría), y evite limpiar los destrozos en su presencia.

Ante conflictos
Comuníquese dominando, con tono firme y voz clara, sin gritos, utilizando palabras breves (cuanto más hable, más reflexionará: debilitándose la convicción del dominio). Su cuerpo -como el de un líder canino- deberá ir hacia adelante, en dirección al perro, con los hombros bien separados y el torso saliente.

Mirará al perro con los ojos fijos en su lomo; jamás a los ojos del animal, pues esto equivale a una invitación al combate y, de suceder, el perro sólo responderá a los signos ancestrales como corresponde a su especie.

Estas son algunas referencias de índole y jauría, para comprender al perro y sin pretensión de ser un manual de funcionamiento simplificado con que la armonía en el hogar resulta infalible. Ni qué decir, se prohíbe infantilizar al perro doméstico y considerarle sustituto de hijos o personas: su compañía será canina o no será.

Respetaremos su derecho al bienestar, conociendo la biología perruna, su salud e higiene, la alimentación correcta y su psiché (sin inventar una psiquis o corregirla antropocéntricamente). De tal modo lograremos que la relación hombre perro se convierta en una fuente de placer, incluso de felicidad recíproca. Y, de seguro, las noticias sobre perros mordedores y asesinos decrecerán en la prensa.

Sergio Grodsinsky
Técnico en instrucción canina

Fuente: En Buenas Manos.

1 comentario:

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