21.2.08

El acuario

En qué consiste??
Consta fundamentalmente de un recipiente de vidrio lleno de agua, un filtro que limpia el agua, un calentador que la mantiene a la temperatura necesaria y una luz fluorescente.

El recipiente
Al comprar el acuario vamos a tener en cuenta el emplazamiento elegido para él y qué forma y tamaño de vaso nos gusta más. Por supuesto esto es fundamental, ya que insistimos en su gran función como objeto decorativo y la importancia de que guste a sus dueños para que disfruten largos ratos con su atención y cuidados. Sin embargo, y aún sin olvidar esta premisa, nos parece esencial recalcar dos puntos:

Tamaño: El acuario, cuanto más grande, es más saludable: debemos colocar el vaso mayor dentro de nuestras posibilidades (de espacio o económicas) ya que el ecosistema que se creará en él será mucho más estable cuanto mayor sea el volumen de agua. Son mucho más sencillos de mantener los acuarios grandes que los pequeños.

Forma: Hay formas muy bonitas, algunas más modernas y originales pero en general cuanto más largo y ancho (en lugar de alto y estrecho), mejor. Es interesante que tenga gran superficie de contacto con el aire, para que el agua se oxigene mejor.

Es recomendable que lleve tapa incorporada. Una cubierta bonita a juego con el recipiente (que lleva el fluorescente incorporado) tiene dos interesantes funciones:

  • Evita la evaporación de mucha cantidad de agua;
  • Evita que los peces salten fuera del agua, problema por desgracia muy frecuente si no encuentran obstáculos.

El filtro
De entre los accesorios imprescindibles que estamos viendo, sin duda el más importante de todos es el filtro. Se podría decir que es el corazón del acuario. El filtro es el elemento encargado de retener, degradar y eliminar las impurezas y deshechos que se van acumulando y disolviendo en el agua mediante una bomba de succión, que obliga a ésta a circular a través de Photobucketdiversos materiales filtrantes (esponja, carbón, lana de perlón, materiales cerámicos, turba, etc.) y en los que los restos orgánicos y detritus quedan atrapados. A continuación el agua, limpia ya de materiales en suspensión, vuelve al acuario manteniendo los parámetros bioquímicos del pequeño ecosistema en unas condiciones estables.

A la hora de la elección deberemos tener en cuenta la capacidad del acuario, los tipos de peces que en él vamos a alojar, nuestro presupuesto y la opinión de un profesional que nos aconseje del tipo más idóneo.

  • Filtros interiores: Colocados en el interior del acuario (sumergidos totalmente), nos proporcionan una buena calidad de agua y son cómodos a la hora de limpiar, aunque el espacio interior para alojar en él materiales filtrantes es limitado. Es probablemente el sistema más popular, empleado sobre todo en pequeños acuarios que no superan los 100 litros. Para los de capacidad superior a 120 litros no resulta la opción más recomendable.
  • Filtros de "Mochila": Se colocan externamente, colgados del borde superior del cristal trasero. Nos dan las mismas prestaciones que los filtros interiores con la ventaja de que no quitan espacio a los peces y disponemos de más posibilidades a la hora de colocar en su interior, diferentes tipos de cargas. A un precio asequible resulta una opción interesante para pequeños acuarios.
  • Filtros de Fondo: Consisten en hacer que la propia arena y grava del fondo, sea la encargada de purificar el agua. Aunque es un sistema poco empleado por la incomodidad de su mantenimiento, están considerados como uno de los más eficaces.
  • Filtros Exteriores: Se sitúan externamente, debajo del acuario. Resultan de tamaño mayor que los anteriores, lo cual posibilita la colocación en su interior de una gran cantidad de material filtrante. Requieren menos mantenimiento y además proporcionan una alta calidad del agua. Son muy usados y recomendables para acuarios de volumen superior a 100 litros. No son baratos.
  • Filtros Seco-Húmedos: Probablemente la mejor calidad de agua nos la proporcionan los filtros “seco-húmedo”. El interior de estos filtros no está permanentemente inundado. Las cargas están en contacto directo con el aire. Este incremento de oxigeno en su interior aumenta de manera considerable la cantidad de bacterias que efectúan la labor de limpieza del agua. Imprescindibles en acuariofilia marina y en los casos en que queramos mantener peces especialmente delicados. Se fabrican, tanto interiores como exteriores. Su precio suele resultar elevado, pero resultan los más aconsejables por su óptimo rendimiento.


El termo-calentador
Aparato eléctrico totalmente sumergible dentro del acuario y que se encarga de mantener el agua a temperatura constante. No hace falta emplearlo para peces de agua fría (les basta la temperatura ambiental de nuestra casa) pero es imprescindible en los acuarios tropicales.

Elegimos la temperatura ideal según los habitantes del acuario (suele rondar los 26-27 grados) y el calentador se conecta y desconecta automáticamente según sea necesario.
Se controla desde el exterior con un termómetro (los hay muy sencillos, como una fina lámina digital que se adhiere al cristal desde fuera) y que debemos acostumbrarnos a vigilar por si en algún momento se estropea el calentador y baja (o sube) la temperatura.

La luz
La da un tubo fluorescente que se coloca perfectamente incorporado dentro de la tapa del acuario. Tiene que ser especial (no valen las bombillas o tubos que usamos para alumbrar habitaciones) ya que las plantas necesitan un espectro de luz concreto para crecer adecuadamente.

PhotobucketDisponemos de distintos modelos según la intensidad, tonalidad o longitud de onda deseadas. Los hay específicos para acuarios de agua dulce, marinos, o con plantas naturales, o para terrarios... y cabe resaltar que no es solo un factor decorativo más: resulta imprescindible para el buen estado del ecosistema que debe formarse en nuestro acuario.
Si nos cuesta mantener un ritmo de encendido y apagado en el horario de luz del acuario, podemos colocar un temporizador que se encargue de esta labor.

Aireación
No es un artículo de primera necesidad, pero sí un complemento recomendable. Se utiliza para, por medio de un pequeño compresor conectado a piedras difusoras (con distintas formas y tamaños, según gustos), introducir aire en puntos concretos del acuario. Además de la oxigenación tienen una gran función estética y en muchas ocasiones se usan también para mover los distintos elementos decorativos: restos de un galeón hundido, el cofre del tesoro o un submarinista que sube y baja.


INSTALACIÓN
Tras decidir el emplazamiento exacto y colocarlo sobre alguna mesa suficientemente robusta para soportar el peso que pueda llegar a alcanzar, procedemos:

  • Colocamos una base de piedras, previamente lavadas, en el fondo (disponemos en tiendas especializadas de multitud de colores, formas y tamaños de gravas para acuarios). Mezclado con la grava es recomendable poner abono para plantas naturales. Aun en el caso de que hubiéramos decidido no poner plantas naturales, siempre podemos cambiar de opinión más adelante y resulta más engorroso añadirlo después. Toda la base tendrá un espesor mínimo de unos 5 ó 6 centímetros. Si hemos decidido emplear un filtro de fondo, las placas serán colocadas bajo esa base de piedras.
  • Parte de la decoración elegida puede ser interesante ponerla a continuación (por ejemplo: rocas de mucho volumen).
  • Llenamos buena parte del recipiente con agua del grifo (dos tercios del volumen total) e introducimos el resto de la decoración según nuestros gustos (hay muchas posibilidades entre las que elegir, fondos de acuario, rocas, grutas, plantas naturales o artificiales y figuras ornamentales. Lo normal es que intentemos esconder o disimular los aparatos eléctricos (calentador, filtro, tubos del difusor...) entre las plantas o tras las rocas.
  • Terminamos de rellenar con agua todo el acuario y añadimos productos que neutralizan el cloro, cloraminas y metales pesados (sustancias nocivas para los peces).
  • Por último debemos poner filtro, calentador e incluso iluminación en funcionamiento y esperar un mínimo de 24 horas antes de añadir los peces de agua fría (y un mínimo de una semana si vamos a poner peces tropicales). Mientras tanto iremos añadiendo productos acondicionadores del agua (nos interesan especialmente las bacterias nitrificantes) e iremos analizando ciertos parámetros fundamentales para el equilibrio del ecosistema.

Las plantas del acuario
Si bien nos exigen dedicar más tiempo al acuario: hay que observarlas atentamente, vigilar por si vemos que enferman, si son parasitadas... y diariamente eliminar los restos de hojas que pierden y se estropean o resultan algo caras, ya que, aunque se regeneran bastante, crezcan y algunas se repueblen muy bien, es normal que poco a poco vayan muriendo y tengamos que adquirir nuevas de vez en cuando... son un indiscutible elemento decorativo.
Mejoran la calidad del agua y ayudan a mantenerla en perfectas condiciones constituyendo una auténtica depuradora-biológica-natural: descomponen las sustancias orgánicas, eliminan ciertos gérmenes patógenos y sustancias tóxicas, impiden el crecimiento de las algas, son refugio y lugar de desove para los peces y algunas incluso producen antibióticos.
Puede haber más de cien especies de plantas disponibles en las tiendas, la mayoría “palustres”, es decir, que pueden vivir en las riberas de los ríos y estanques y por tanto desarrollarse bien tanto sumergidas por completo como con zonas fuera del agua siempre que la disponibilidad hídrica sea muy elevada.

MANTENIMIENTO
Con dedicar cinco minutos diarios a nuestro acuario sería suficiente para mantenerlo. En ese tiempo podemos comprobar que todos lo aparatos funcionan correctamente, alimentar y observar atentamente los peces y las plantas para detectar cualquier anomalía, e incluso retirar alguna hoja muerta (y de vez en cuando, también algún pez).
A parte de esto, semanalmente habrá que limpiar más a fondo el acuario (por ejemplo, pasar un imán limpiacristales para eliminar el posible punteado negruzco) y mensualmente cambiar la mitad del volumen de agua (por agua del grifo acondicionada adecuadamente). De vez en cuando hay que “pasar el aspirador al fondo” y aclarar bien todas las partes del filtro limpiador.
Cada seis meses se recomienda sustituir algunos materiales filtrantes por otros nuevos y cada dos años habría que pensar en hacer una limpieza a fondo que incluiría el vaciado completo, el cambio o limpieza de los elementos decorativos, la sustitución del abono del fondo para las plantas y posteriormente el llenado del acuario.

Mediciones importantes
Insistiremos en la importancia de acostumbrarnos a realizar mediciones de ciertos valores que nos indican las condiciones del agua. La mayoría resultan sencillas de hacer y son imprescindibles para ayudarnos a controlar todas las funciones de cualquier acuario.

  • Test de pH: En general los peces de acuario viven perfectamente en un pH neutro (igual a 7), aunque con unos márgenes algo más amplios (desde 6,8 hasta 7,4). Debemos intentar que no sobrepase estos márgenes. Algunos tipos de peces viven mejor en condiciones de pH algo más extremas: medios muy ácidos o muy básicos, pero eso irá aprendiendo con el tiempo.
  • Tests de nitritos y nitratos: El amoniaco, producto residual que procede de los detritus de peces y de la materia orgánica en descomposición se degrada a nitritos, que en concentraciones altas resultan muy tóxicos para los peces. En los acuarios que funcionan, las colonias de bacterias nitrificantes que habitan en el filtro, la grava, etc., se encargan de descomponer estos a nitratos, bastante menos tóxicos.
    Es fundamental evaluar la concentración de estos productos en el acuario para hacerles frente cuanto antes si se descompensan sus niveles.
  • Test de dureza total y dureza de carbonato: Fundamentales por su interrelación con la estabilidad del pH, nos dan una idea de la concentración de ciertos minerales fundamentales: calcio, magnesio, potasio y bicarbonato.

Posibles problemas

Superpoblación: Un problema importante en muchos acuarios primerizos y debido al cual puede llegar a peligrar su existencia. Ocurre no sólo por un excesivo número de peces sino también puede ocasionarse con la mezcla de demasiadas especies distintas. Muchos peces son gregarios y viven mejor en compañía de congéneres.
¿Cómo calcular el número adecuado? Se trata de aprendernos la regla siguiente: Un litro de agua por cada centímetro de pez y no sobrepasarla de ninguna manera. Debemos además tener en cuenta que, si todo va bien y los peces se adaptan, en 6-12 meses crecerán bastante y tendremos sobrepasada su capacidad recomendada si no se han producido bajas.

Mala alimentación: Es muy frecuente que por desconocimiento, se añada mayor cantidad de alimento del necesario. Es cierto que los peces sanos siempre tienen el aspecto de estar hambrientos y conforme nos acercamos al acuario, nos muestran su necesidad viniendo hacia nosotros con las bocas bien abiertas subiendo a la superficie para buscar comida. No debemos dejarnos llevar por la pena y añadir más cantidad de la debida.
Todo alimento de sobra se convierte en materia orgánica en descomposición y deteriora el agua del acuario. Si accidentalmente (o para intentar compensar lo que no hemos echado durante un fin de semana de vacaciones) ofrecemos el doble, triple o mayor cantidad de lo normal, los peces tienden a comérselo, con el consiguiente empacho.
La mayoría de marcas comerciales ofrecen preparados completos y equilibrados. Los peces de agua fría no son demasiado exigentes pero los de agua caliente necesitan alimentos de mayor calidad nutricional y, dentro de éstos, algunos requieren los preparados específicos para ellos (cíclidos, peces de fondo, alevines en crecimiento, etc.).
A todos los peces les gusta comer un menú diferente de vez en cuando: conviene intercalar con su comida básica un día de alimento vegetal, larvas de mosquito, sticks, artemia, lombrices...
Disponemos incluso de alimento fresco congelado

Las algas: Aparecen generalmente por exceso de luz en el acuario, exceso de nitritos y nitratos y colocar pocas plantas naturales... Un ligero punteado por todo el cristal o la presencia de algunas algas verdes flotantes no es un problema en si mismo, sino que puede considerarse normal e incluso podría servir de indicio de una buena calidad del agua. Las podemos eliminar con rasquetas limpia-algas o con imanes, cómodamente y desde el exterior.
Si las algas se multiplican de manera desorbitada pueden llegar a cubrir por completo las plantas naturales y hacer que se marchiten, con que tendríamos de un grave problema. Se puede luchar contra éstas con productos químicos algicidas (con el efecto adverso de no ser totalmente inocuos para peces y sobre todo para las plantas naturales), sin embargo hay autores que recomiendan la lucha biológica:

  • Plantando abundantes plantas de crecimiento rápido.
  • Cuidando el agua con esmero.
  • Añadiendo peces comedores de algas (por ejemplo Otocinclo dorado, Moli negro, Gupi, Plecostomus, Xifo, Platy, Gurami besucón, etc.).


En las condiciones del agua: A veces encontramos problemas importantes como excesiva turbidez de todo el agua, mal olor desprendiente del acuario (incluso olor fétido que inunda toda la habitación), plagas de caracolillos, etc. Son problemas muy puntuales, con causas muy diversas y soluciones específicas para cada caso.

Patologías de plantas y/o peces: También muy diversas, con distintas causas y tratamientos. De entre la gran cantidad de enfermedades que pueden afectar a nuestros peces, más adelante comentaremos brevemente algunas de las más frecuentes, las que sin ser un gran especialista podemos llegar a distinguir mediante una correcta observación y para la mayoría de las cuales existen tratamientos eficaces.


Durante las vacaciones

En principio, un acuario estable que funcione perfectamente no tiene porqué sufrir demasiado durante unas vacaciones. Recordemos que buena parte de labores a realizar, son cada varias semanas. Evidentemente lo que no podemos hacer en ningún caso es llevarlo con nosotros, así que planifiquemos nuestra ausencia según las condiciones del agua, número y tamaño de animales y días que vayamos a faltar.
El día anterior a nuestra marcha deberíamos hacer un cambio de agua, controlar todos los parámetros importantes (hacer los tests) y vigilar bien la salud de nuestros peces. Si dejamos todo en orden, un temporizador de luz se encargará de encender y apagar en el horario establecido. La alimentación podemos hacerla utilizando un alimentador automático (que también mediante un temporizador abre su compuerta una o dos veces al día con la cantidad marcada) o empleando alimentos especiales para vacaciones (suelen ser bolas o sticks gruesos y de lenta disolución).
Si vamos a tardar en volver, habría que insistir de todos modos en la necesidad de que alguien de confianza pasara por casa una o dos veces por semana para revisar que todo esté en orden.
No hará falta que toque nada, pero sí que se asegure de que los aparatos eléctricos funcionan y de que no hay bajas en los peces (los animales muertos se descomponen y pudren el agua por lo que es importante quitarlos cuanto antes con un salabre o red especial para “pescarlos”).


EL ACUARIO DE AGUA SALADA
La base es, en principio, la misma que para un acuario de agua dulce, los peces, además de más caros resultan más exigentes en cuanto a las condiciones del medio en que viven. Este acuario, es para acuariófilos expertos, a los que por supuesto recomendamos la lectura de abundantes libros sobre la materia si quieren disfrutar con garantías del espectáculo resultante.
Los acuarios marinos necesitan otro tipo de filtros distintos a los de agua dulce, además precisan otros accesorios como separadores de urea, se deben tener en cuenta muchos más parámetros del agua (densidad por ejemplo) y el precio final se multiplica por cuatro o cinco con respecto a un acuario de agua dulce. Los peces son más sensibles a la calidad del agua.
Un acuario de agua salada jamás deberá tener un tamaño inferior a 200 ó 250 litros, si es más pequeño estamos condenados al fracaso.
Emplearemos agua de mar sintética, conseguida añadiendo al agua del grifo preparados comerciales de sales marinas (que contienen las sales y oligoelementos necesarios), pero no los microorganismos vivos beneficiosos, que deberán ir formándose y colonizando el acuario a posteriori hasta lograr el acondicionamiento del agua. Paradójicamente resulta más segura que la que podríamos recoger de la playa debido a la contaminación costera.
Como dato interesante: se requiere un pH más básico que en el acuario de agua dulce (óptimo: de 8 a 8,5).

1 comentario:

Anónimo dijo...
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