18.10.07

Conociendo a los mininos...

Les encanta dormir!!!

Los gatos pasan tres cuartas partes de su vida durmiendo, en total de 16 a 18 horas diarias. Escogen los lugares de la casa que más cómodos o tranquilos les resultan; en invierno, los más calientes (cojines sobre las camas, sillones de habitaciones más tranquilas, aparatos que emanan calor, etc..), y en verano, donde la brisa no sea muy fuerte pero estén fresquitos. Casi siempre realizan periodos cortos de sueño que transcurre durante el día, ya que su mayor actividad comienza al atardecer y durante la noche.

Las personas que recientemente adoptan un gato advierten este comportamiento y se asustan de su ritmo nocturno, pero existen soluciones para lograr que no perturbe las horas de dormir. Hay que hacerles jugar durante las últimas horas del día y conseguir que se cansen. También se les puede colocar la comida minutos antes de irse a acostar para que luego descansen y, por supuesto, hay que educarles para que no maúllen o no incordien por la noche. Está claro que, como todo proceso de aprendizaje, no va a ser rápido, pero sí efectivo.

Puede suceder que los gatos viejos sufran alteraciones en su sueño y nos busquen o maúllen por la noche cuando antes no lo hacían. Esta alteración de comportamiento puede ser síntoma de algo más que mimos o ganas de jugar. Si requiere nuestra atención de forma insistente, habrá que llevarlo al veterinario para que le realice una exploración.

Instinto cazador

En la naturaleza, los felinos cazan para comer. Los gatos caseros no tienen esta necesidad, pero siguen su instinto depredador con el propósito de diversión e imitación de sus congéneres. Son capaces de caminar por el borde de las ventanas y balcones y emprender una cacería de pájaros o insectos. Esto puede traer graves consecuencias, ya que un despiste o un susto les hará caer al suelo más fácilmente de lo que pensamos. De hecho, un alto porcentaje de visitas al veterinario se debe a las caídas y no todos salen ilesos. Las fracturas de miembros, maxilares o daños en tórax son las consecuencias más frecuentes. Sin embargo, es cierto que si caen de una altura con tiempo suficiente para realizar los cambios de posición necesarios, pueden evitar daños. El aparato vestibular (órgano del oído interno) y sus ojos transmiten a su cerebro las órdenes necesarias para poner en marcha un sofisticado sistema de amortiguación de extremidades que les equilibra y logra que la caída no tenga mayores repercusiones.

En ocasiones, desvían su aptitud para la caza hacia nosotros, por lo que nos veremos víctimas de sus juegos. Se esconden tras esquinas de la casa, agazapados y acechándonos hasta que pasamos y nos saltan a las piernas o tobillos. Esto puede resultar gracioso mientras no nos hagan daño, pero es preferible que jueguen con ratoncitos de peluche, pelotitas, bolas de papel u otros juegos.

Hablando en su idioma

Los gatos se comunican entre ellos y nos dan señales claras de su estado de ánimo mediante señales acústicas y expresiones corporales.


  • Cuando un gato está tranquilo y a gusto, ronronea y mueve su cola despacio, su manto está liso y puede incluso que cierre sus ojos si lo estamos acariciando.
  • Cuando un gato está a la defensiva por la presencia de otro animal o algo que le asusta, está de pie con el tronco arqueado, cola erizada y hacia arriba, pupilas dilatadas, orejas aplanadas hacia atrás y la boca abierta emitiendo sonidos como si escupiera o gruñidos. El manto estará erizado y hacia atrás.
  • Cuando un gato está sumiso ante otro animal o persona estará encogido todo el cuerpo, la cola recogida hacia el cuerpo, las orejas caídas, las pupilas ensanchadas y la boca semiabierta emitiendo quejidos o maullidos bajitos. Puede estar asustado y su cola no dejará de golpear el suelo rápidamente.

  • Cuando está en actitud agresiva o se prepara para atacar adopta una posición de equilibrio, orejas tiesas hacia atrás, boca abierta y emitiendo siseos, gruñidos, pupilas contraídas y la cola baja y balanceándola.



Los gatos establecen jerarquías rápidamente con el resto de animales de la casa o con otros gatos si están en el exterior y adoptan posiciones según su fuerza y su estado hormonal. Los machos no castrados son los “jefes” normalmente y los castrados son relegados a subordinados de éstos. Las hembras no esterilizadas ocupan posiciones preferentes respecto a las que sí lo están.

La forma de relacionarse unos gatos con otros es oler la cabeza y la cola del otro, donde se concentra la información de cada individuo. Cuando nuestro gato quiere dejarnos su olor y marcarnos, se frotará con la cara en nosotros y así descarga las feromonas y hormonas que lo identifican respecto a otro animal.

Es difícil saber bien la extensión del territorio de un gato en libertad, pero todo dependerá de su relación con los gatos de las proximidades y de su estado hormonal. Los gatos caseros establecen su territorio, pudiendo ser desde una habitación hasta un sillón de la casa. Si hay más gatos, pueden compartir su territorio y hacerlo común a ambos.

Para marcar su territorio, los gatos lanzan unas gotas de orina con un olor muy característico o arañan zonas en árboles o vallas. En nuestro hogar este marcaje siempre lo hará con las gotas de orina sobre las camas, los sofás, las alfombras... etc. Esta orina es distinta a la caja, tiene un olor muy fuerte y difícil de eliminar. De ahí que se recomiende a los propietarios de gatos machos que si su gato, llegada la pubertad, comienza a dar síntomas de marcaje (y si no van a dedicarse a la reproducción), lo castren para evitar problemas. Una vez castrado vive tranquilo y más feliz, no se escapará para buscar hembras y se evita que en época de celo maúlle insistente tras las ventanas y las puertas.

Un mito felino

Si a nuestro gato, una vez castrado, le proporcionamos alimentos apropiados y juego diario para que cace y se distraiga, no tiene porqué convertirse en un gato gordo y sin vitalidad. Esta es una idea que hay que combatir. Un gato es feliz sin sus hormonas siempre y cuando tenga distracción, compañía y buena dieta. (Muchos propietarios comentan incluso que sus gatos han vuelto a la infancia, por lo juguetones que parecen).

Obstinado, pero buen alumno

Los gatos se pueden educar, al igual que cualquier otro animal doméstico, a pesar de que su carácter independiente dificulte el procedimiento. Existen modos de evitar el rascado de muebles o las peleas con otro gato en casa, donde nunca debemos meter nuestras manos o acabaremos lesionados. Por ejemplo: se coge una botella con spray y se llena de agua, se deja al alcance de nuestra mano y, a ser posible, sin que nos vean se les rocía con agua cuando los descubramos arañando los muebles o las cortinas.

Los vocablos cortos y sonoros, al igual que en los perros, sirven de orden: “ven”, “baja”, “no”. Hay que repetirlos en cada ocasión que sea necesario, muchas veces hasta que obedezcan.

Hay razas de gatos que se pueden sacar a la calle con un arnés (collar de cuerpo), aunque debe hacerse poco a poco e intentando evitar zonas masificadas de perros y gatos, ya que si el gato se asusta, nos costará mucho volverlo a pasear de nuevo.


Fuente: www.mascotas.consumer.es

1 comentario:

Niniel dijo...

Me gusta tu blog. Y me encantan los gatos.