Se recomienda realizarle sus controles al menos dos veces al año. Estas visitas suelen incluir análisis de sangre, electrocardiogramas y exámenes físicos completos.
Prestar atención a cualquier cambio en esta área. El apetito del perro puede disminuir a causa de la reducción de la actividad física, o debido a enfermedades como la artritis o la osteoporosis, dolencias que pueden reducir su movilidad y afectar su alimentación.
Los cambios en la conducta alimenticia del perro pueden ser provocados también por problemas dentales, pues la acumulación de sarro provoca inflamación o infección de encías y ésta a su vez, obstaculiza la digestión. Un buen cepillado diario puede ayudar, así como una consulta veterinaria.
Otro problema que puede presentarse es la obesidad, asociada a la falta de ejercicio o a problemas digestivos que incrementan la acumulación de grasas. Para ello se recomienda una rutina de ejercicios diarios y un control de la alimentación.
Estas dolencias hacen que las mascotas dependan más de nosotros y que tengamos que auxiliarlos por ejemplo para subir un escalón o incluso para que se muevan. Por ello es importante que la cama y el alimento estén a su alcance.
Los sentidos de la audición, la visión y el gusto, se ven afectados con el paso del tiempo. Por ello se hace necesario vigilar más a la mascota en sus paseos diarios, para evitar que se pierda o que sufra algún accidente.
Durante la vejez, las uñas suelen enquistarse debajo de la piel y provocar mucho dolor.
En la tercera edad debe permitírsela a la mascota salir a orinar más, ya que la vejez altera el control de esfínteres.
El mejor remedio para la vejez de las mascotas es el amor, las caricias y la paciencia, ya que durante esta etapa los perros se vuelven más sensibles.
Aunque sea duro, llegado cierto momento será necesario meditar si sería mejor evitarle sufrimiento al perro y darle una muerte digna, en caso padezca una enfermedad terminal y dolorosa.
Fuente: http://www.prensalibre.com/
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